***Este articulo debía haber sido escrito por Xabier Zubeldia, pero dada su falta de colaboración ha tenido que ser escrito por otra persona. Un fuerte abucheo para Xabier Zubeldia***
Nos despertamos en Cobán tras varios sobresaltos nocturnos sin una idea clara de a donde ir.
La víspera nos habíamos perdido y no tuvimos más remedio que pasar la noche en esta ciudad del departamento de Alta Verapaz.
Por lo que, por la mañana teniamos que decidir si volver sobre nuestros pasos o visitar Semuc Champey.
Finalmente tras algunas discusiones que acabaron con una pataleta infantil de Pujol decidimos optar por la segunda opción.
Pujol se aferró al volante lo que provocó que tuviésemos que dar varias vueltas por el pueblo para conseguir salir a la carretera donde nos volvimos a equivocar varias veces no sin antes pasar por Pollo Campero. En esto, mientras comíamos las pechugas de pollo en el coche caímos en un control militar. En realidad estaba compuesto por soldados, agentes antinarcóticos y fuerzas especiales. Registraron nuestras maletas en busca de drogas y el coche en busca de armas de fuego escondidas sin dejar de vigilar nuestros movimientos con sus ametralladoras, que se limitaban a comer Pollo mientras les mirábamos impasibles. Pujol intimo con el agente antinarcóticos y nos dejaremos seguir nuestro camino amablemente.
Finalmente encontramos el camino de terraceria para bajar el valle en el que se encontraba el río. Todos nos acordamos de nuestro guía y amigo Cristobal 2 al pasar por Lanquín su pueblo natal y del que se marchó de joven para establecerse en el Petén. Lanquin es un pequeño pueblo indígena de la etnia Quechi donde se cultiva cacao, café y bananos.
Al cabo de media hora conseguimos sortear todos los obstáculos que había en el camino y nos topamos con un río de aguas turquesas. Al aventurarnos con nuestros coches por el puente colgando que permite cruzar el río, numerosos niños salieron a nuestro paso a vendernos granos de cacao, chocolate hecho en por sus madres y todo tipo de frutas. Les prometimos que a la vuelta les compraríamos y nos fuimos directamente al río.
Tras descubrir los recovecos de este sorpréndete paraje enclavado en el fondo un profundo valle nos tiramos al río. Pronto nos separamos. De La Cruz, Barrus y yo vimos la posibilidad de hacer el mal y para allá que nos fuimos apresuradamente. Sin embargo, Chemuc Champey es verdaderamente impresionante y nos dejamos distraer por el paisaje. Descubrimos una cuerda que bajaba por una cascada de 10 metros. Barrus fue el primero en lanzarse sin pensar en los peligros ni como hubiese dicho Xabi en si era "un riesgo innecesario" o no. Cuando De La Cruz y yo nos disponíamos a seguirle, apareció un guardia con un pito impidiéndonos seguir con nuestra aventura. No nos quedó más remedio que volver a nuestra intención inicial y hacer un poco el mal. No hicimos ni p... caso a los insistentes gritos de Pujol y Uria que se oían por todo el valle tratando de localizarnos y poder así marchamos. Tras un buen rato, decidimos volver con los demás pensando en la bronca que íbamos a tener que aguantar. Sin embargo Barrus, del que nos habíamos olvidado todavía no había aparecido. Empezamos a temer por su vida, cuando de pronto surgió de entre la selva descalzo todo exaltado contándonos su aventura.
De vuelta nos volvimos a encontrar con los mismos chavales. Cumplimos nuestra promesa y le compramos unos Bananos a Marina,, una niña de 12 años de Lanquin y una tableta de chocolate hecho por su madre con cacao molido que ellos mismos cultivan a otro niño. Sin duda uno de los mejores chocolates que he probado!!
0 comentarios:
Publicar un comentario