Me acerqué a unos lugareños y tras intencambiar impresiones y ver que los pelícanos volaban bajo, sugerí no coger la barca ese día. El grupo hizo caso omiso a mi consejo y decidió proseguir la jornada.
Barrutieta se acercó a mí y pidió que recogiera su testamento. Yo le agarré del brazo y le exhorté: “Borja, tu estarás en esa boda en Las Vegas”.
Me dirigí a la proa y jalé el cabo. Comencé a nadar y a tirar del barco. Tras 3 ó 4 horas nadando recibí la llamada de auxilio de un delfín. Afortunadamente, había aprendido este idioma cuando fundé una coperativa de arroz allá por el sur de Laos. Me desvié de mi rumbo 15 millas y allí estaba. Siete tiburones tigre lo acechaban. Los tibutrones lucharon con honor pero terminaron vapuleados.
El delfín estaba mal herido por lo que lo subí al barco y seguí nadando. 6 horas más tarde llegamos a Livingston.
0 comentarios:
Publicar un comentario