jueves, 7 de enero de 2010

Viajar en bus en países de Centro América

jueves, 7 de enero de 2010

Definitivamente, hemos viajado mucho en bus. Todavía me acuerdo de esas 27 horas que pasamos en un bus argentino o ese bus boliviano que cada curva que daba colgaba sobre un precipicio de 500m o ese bus mexicano que tenía una gotera cómo las cataratas de Iguazú y un largo etcétera de ellos.

Pero sin duda la experiencia más memorable e insólita es montarte en un bus en Centro America, los bien llamados “chicken buses”.

En casos así, siempre es bueno acudir a wikipedia: “El nombre (de chicken bus) viene debido a que los usuarios principales de estos autobuses son campesinos que van a vender sus mercancías a los mercados. Con lo que van bien cargaditos de cosas y animalitos varios, normalmente pollos”.

Que también, pero para mí la mejor razón para llamarle “chicken buses” es porque vas como los pollos: 3 personas por banco, el sobaco del de al lado en tu nariz, más gente en el pasillo, el conductor dando unas curva al más estilo rally y haciendo que mi nariz se pegue y se despegue de esa sudorosa axila. Otra parada, sube más gente. Y llega un momento en el que dices ya no entra más gente, ¡imposible! Y el conductor sigue parando, dejando que la gente vaya colgando de cualquier saliente que tenga el exterior del autobus.

¿Que suena extresante? Pués sí, lo es. Por lo menos cuando los utilizas en hora punta.

Pero tranquilos amigos, hemos descubierto una forma light de introducción a la selva “chicken busera”. Es el bus en Belice.

Las principales diferencias radican en la forma de conducción del chofer con una sosegada forma de tomar las curvas y sobre todo en la cantidad de personas que hay en los mismos. Estos dos elementos crean un aura algo más sosegada en el interior del mismo.

El problema es que los buses en Belice están llenos de niños, que juegan, que lloran, que se mueven, que cantan, que hacen cualquier cosas menos estarse quietos. Y de mujeres negras que ríen, que se burlan de sus hijos, que les zurran, que dirigen todos los movimientos dentro del bus y todo esto a un extremadamente alto volumen.

¿Que suena molesto? Pues sí, por lo menos a veces. Pero también puede ser divertido. Por lo menos si entiendes qué demonios están diciendo en ese mix de inglés y garífuna.

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