En la vieja Eropa replican las campanas en las espigadas torres, en el islam el Almuédano emite sus cánticos desde lo alto del minarete, pero aquí en Antigua se utiliza cierto sonido que nos despierta cada mañana. A partir de las 5 de la mañana un extruendo como si aquel volcán que se ve desde nuestra casa entrase en completa actividad (la dueña de nuestra casa duerme con los zapatos al lado de la cama por si surgiese un problema de este estilo). Pero no, no es él; son los cohetes que anuncian la llegada de la misa. El primero nos despierta, el segundo nos asusta y los restantes nos sacan de nuestras casillas.
Entonces es el momento en que los gallos que están en la casa contigua empiezan a cantar. Aunque yo creía que los gallos cantan sólo con el amanecer, según un estudio de campo de Luiza, los gallos de pelea cantan todo el día. Estos deben serlo, porque algún día en el que he abierto el ojo a las tantas de la mañana ellos estaban emitiendo sus grotescos sonidos.
Pues eso, que no llegará el día en que se pueda dormir tranquilo en esta ciudad.
lunes, 20 de abril de 2009
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